XIII
Dos vidas haciendo esquina
Las luces de la plaza se me presentan adornadas de un preocupante halo blanquecino. El rocío y la humedad reinantes han comenzado su escalada hacia las nubes. El nítido brillo de las gotas sobre el estoico mosaico se extiende como alfombra ante mis pasos futuros. Resoplo y sigo. En tanto, me arropo como ante la más feroz de las ventiscas.
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