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”Zutano, por parte de padre… y, ¿por parte de madre?”… insistió el titular de la Jefatura de Policía de la Provincia de Córdoba, a una desusada hora.
Orestes Massera, enhiesto, engominado e insobornable responsable de la Comisaría de la ciudad de Bell Ville, trataba, a duras penas, de aceptarle declaración testimonial al único ser vivo que dijo saber algo de lo que en el pueblo había ocurrido.
El calor, el sopor, la humedad y algún humo desmesurado proveniente desde todos los cigarrillos habidos y por haber -desde Champaquí hasta el último quiosco de la Córdoba hasta el fondo- se habían hecho presente en esa tortuosa jornada mediterránea.
Un ventilador de mesa, a duras penas, devolvía más aire caliente al lugar donde todos pedían más frío.
Alguien desde el fondo del acelestado sitio pidió café, mientras, la radio grabadora, se empecinaba en difundir a “Rony” Vargas, por los siglos de los siglos.
Zutano pensó que era bastante con que su porte de honrado caballero bellvillense, nieto calificado de don Fulano, debiera comparecer ante la cúpula policial, como para tener que padecer mayores vejaciones públicas innecesarias. No respondió al exhorto y, habilidoso, salió del paso pidiendo soda…
-Dígame, señor Zutano. ¿Adonde estaba usted la noche del martes 14 de enero de 2003…? –preguntó Massera.
-¿Me repite la pregunta? –devolvió Zutano.
-No se me haga el vivo que, de vivos, estamos llenos…
-Tiene razón… ¿En qué estábamos?
-En que si usted tiene una coartada para el martes 14… ¡Hable, si no, lo paso para el fondo!
-Sucede, señor comandante, que el hecho sobre el que yo vengo a atestiguar, fue el viernes 10 de enero. Yo, como todos saben, los viernes juego a la escoba de 15 en la cuadra de mi casa.
-¡Yo le pregunté por el martes 14 y listo…! ¡Y no me llame comandante…Soy comisario!!!
-Bueno, ese martes, como todos los martes, todos saben que juego a la escoba de 15, también en mi cuadra.
-¡Como sea! …Dígame entonces que tiene para decirme y retírese antes de que cambie de carátula su presencia aquí…
-¡Correcto…! Le digo…Usted sabe bien que el viernes 7 de enero, se produjo un intento de robo en esta población…Bueno, yo vengo a colaborar con usted en la resolución de este hecho.
En principio, estoy seguro que los malhechores no eran de aquí. Todos saben que robar un banco y escapar cómodamente después, es prácticamente imposible por las características geográficas del lugar. Saliendo para cualquiera de los cuatro rumbos, serían fácil presa de los uniformados con un solo llamado telefónico. Tampoco es sencillo ocultarse en algún campo de la zona y ni siquiera volando se podría tener éxito seguro en el cometido…
-¡Muy bien! ¡Que poder de deducción…! La verdad, que a mi no se me hubiera ocurrido… ¡Siga, siga!
- ¡Claro! Como le digo, usté tampoco es de acá, por eso… Bueno, pero no solamente por esa cuestión me di cuenta que los amigos de lo ajeno eran foráneos…Yo anduve revisando, justo un rato después de mi partidita de cartas diaria y nocturna… ¡Esa gente no es de acá…!
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Desde las profundidades del túnel socavado por debajo de la calle Sarmiento, el cabecilla de la banda ordenaba a sus compinches los pasos correspondientes a seguir…
-Si todo sale como estaba previsto ya debemos estar a la altura del tesoro del banco…
-Jefe, ¿usted está seguro que estamos bien orientados, según el mapa?
-A callar…El dato es inmejorable, me lo dieron en la cárcel de Villa María, rompan el piso y subamos…
-De acuerdo, si hay que romper, se rompe…
-…..
-¿Qué pasó?
-No sé, parece que dimos con la Contaduría o la Administración…esto está lleno de libros…
-Hum…Busquen más allá…
-…No se enoje, jefe, pero más allá también está lleno de libros…Plata no vemos…Ni una moneda por el piso…
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-Disculpen mis señores… ¿Les puedo ser útil en algo?
-¿Quién es? ¡Fíjense quien es el que habló!
-Soy un humilde transeúnte, que notó que están en dificultosidades…caballeros.
-¡Ah! ¿Y que se le ofrece a usted?
-Solo quería ayudar, veo que han cavado un profundo pozo en la vereda y como están trabajando de noche, me preguntaba cuál sería el arreglo…
-¡Ah! Usted quiere arreglar…digo…quiere participar, ¿verdad?
-No, pero si están queriendo robar allí, debo informarciarlos que el Banco que existía, se mudó…ahora es una Biblioteca, solamente.
-¿Quién le dijo…? …¡Ah! Bueno…gracias…
-No tiene usté por qué… A sus órdenes.
Al poco rato del suceso, la misma gavilla, absolutamente colmada de tierra húmeda, se desplaza sigilosamente por la vereda norte de calle Córdoba en su intersección con pasaje Vivanco. Allí, luego de un aceitado procedimiento, los cómplices tratan de violentar la cerradura de la pesada puerta principal del inmueble situado en la esquina de marras. En ese lugar también les apareció Zutano.
-¿Usted nuevamente? ¿Qué quiere ahora?
-No es por nada, pero, como mi interés y obligación hereditaria es ayudar a la gente, debo decirle a usté, que allí tampoco encontrará un banco…
-¡Ah, no! ¿Esta no es la Caja de Créditos…?... ¡Circule, circule y deje trabajar tranquilo! ¿Quiere?
-También hay libros…
-¡Noooo! ¡Y, ahora me va a decir que tampoco existe más el Banco Social, el Banco Rural, el del Interior…¿No cierto?
-Mucho me temo, senior…
-Pero, entonces… ¿el mapa que me dieron en Villa María?
-Hay otros bancos…
-Lo sé, pero me dijeron que en los otros no hay una moneda, que solamente hay papeles…
-Puede ser, hasta el momento, nadie intentó robarlos…
-¡Uy! ¡Qué lío! …Entonces nos vamos…
-¿No gustan alguna otra cosita?
-¿Cosita?... ¿Gustar?...No, deje…Nos vamos para...Mejor no le digo, capaz que usted aparece…
-Le dejo mi tarjeta…uno nunca sabe…
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La noche se volvió cada segundo más cerrada. El aire aún escaseaba en cercanías de la plaza. Dos perros tironeaban de una blanca bolsa de residuos, como si fuera la última oportunidad de alimento. Zutano, entre tanto, respiró hondo, sacó una pastilla DRF de mentol de su raído saco y tomó rumbo para el norte. Al paso lento, pero seguro, avanzó baldosa a baldosa, con el ritmo de los que están convencidos que su misión sobre este mundo es indispensable para los demás.
Murmurando, se decía para sí… “Debo colaborar con la comandancia de este pueblo, debo contar lo que he vivido, uno de estos días”. Luego se perdió de vista por el bulevar, cruzando el puente.
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